La mujer santafesina dialogó con Clarín luego de que su caso se hiciera mundialmente conocido. Y cuenta paso a paso cómo lo vivió.
“Soy una persona normal, como podrías ser vos o algún amigo o familiar tuyo. Pensá en tu familia, tu profesión, la vida que llevas y que un día te cae esta noticia aunque sea lo último que puedas imaginar en tu vida. ¿Ves posible que algún dia tu novi@/Mujer/Marido te diga: di positivo a VIH?
La paciente “Esperanza”, de 30 años, bautizada de esa manera porque vive en esa localidad santafesina y su identidad se mantiene en reserva, aceptó hablar con Clarín. Es el segundo caso en el mundo en el que el VIH remite y se vuelve indetectable sin la mediación de medicación. Es un caso testigo para los investigadores, que buscan respuestas para combatir la enfermedad.
“No quiero dar mucha precisión en los detalles, porque mi profesión podría ser un dato más bien revelador. Mi familia está conformada por mi marido y un hij@”, escribe “Esperanza” a la distancia, por escrito, cuando se le pregunta a qué se dedica y cómo está integrado su hogar.
– ¿Cómo viviste el proceso desde que te enteraste de que eras VIH positivo hasta que el virus se volvió indetectable?
– En primer lugar siempre fui indetectable, jamás pudieron rastrear carga viral de VIH en mi cuerpo y eso fue lo raro desde el comienzo. El proceso fue doloroso, triste, emocionante: lo que quiero decir es que en estos 8 años pase por todos los estados sentimentales y emocionales que puede pasar una persona.
– ¿Cómo comenzó todo?
– En 2013 mi ex pareja (con quien tenía una relación de 2 años) dio positivo a VIH. Desde ese momento comencé con mis controles, los resultados no eran claros. Los estudios de Western Blot que miden anticuerpo en sangre me daban resultados indeterminados (porque sólo se encontraban algunas bandas del virus) y la carga viral era indetectable.
– ¿Qué te decían los médicos?
– El médico con quien comencé a atenderme en esos primeros años no encontraba explicación a la situación y tampoco lograba darme un diagnóstico final. Por lo cual permanecí 4 años sin saber cuál era realmente mi condición y mis controles de carga viral eran siempre iguales: indetectables.
– ¿Cómo empieza entonces tu búsqueda hasta llegar a la conclusión que ahora tomó estado público?
– En 2017 conocí a quien es hoy mi marido, él me motivó a buscar mas respuestas y hacer otras interconsultas, ese año visitamos al médico infectólogo Alejandro Crespo (Sta Fe), quien tampoco tuvo una respuesta para darme a lo que veía pero nos hizo contacto directo con quien hoy lidera la investigación de mi caso: Natalia Läufer, medica infectóloga e investigadora científica del Conicet.
– ¿El diagnóstico era VIH positivo?
– Desde ese momento ellos no dudaron en darme el diagnóstico positivo por VIH (golpe durísimo para mí) ya que la prueba de anticuerpos era clara y demostraba que había tenido contacto con el virus. Luego comenzaron una serie de estudios para determinar si encajaba en el grupo de “controladores de élite”, pero tampoco seguía su patrón, ya que tampoco en los reservorios se encontraban rastros de virus. Por supuesto fueron años muy intensos, haciendo repetidos estudios y teniendo resultados siempre esperanzadores.
– ¿En Esperanza la gente sabe de tu situación?
– Sólo sabe mi familia y algunos pocos amigos incondicionales. Todos ellos me han apoyado desde el comienzo y fueron el pilar de esta historia en cada momento.
– ¿Cómo cambia tu vida con la noticia definitiva de la cura?
– A mí me tocó vivir esta ambivalencia entre sentirme sana y curada, pero sin tener la firma de un profesional que lo avale y me diga: «Sí, estás curada». Por eso hoy no me cuesta creer que estoy curada, aunque siempre tengo la sensación de que todavía falta algo más para llamarle «cura».
– ¿Qué sería ese «algo más»?
– Mi mente ya no espera un título, disfruto de estar sana, tener una familia sana, no tener que medicarme y vivir como si nada hubiera pasado. Esto ya es un privilegio.
– ¿Qué mensaje podés darles a los pacientes VIH positivos?
– El mensaje, simplemente, de que nadie está exento de VIH. Este virus no discrimina géneros, condición sexual, condición social. La falta de información en la sociedad y de controles rutinarios por parte de los profesionales a sus pacientes es algo en lo que hay que trabajar muchísimo.
Fuente: Clarin