Cuáles son los casos enigmáticos de Covid-19 y por qué pueden ser tan importantes

NUEVA YORK (The New York Times).— El año pasado, la brasileña Parouhi Kouyoumdjian se contagió de Covid-19, tuvo síntomas leves y se recuperó. Pero su caso es especial por otro motivo: tiene 100 años.

Aunque es cierto que los adultos mayores son más propensos a enfermar gravemente y morir de Covid, el caso de Kouyoumdjian no es único ni mucho menos. Ahora forma parte de un estudio liderado por Mayana Zatz, directora del Centro de Investigaciones del Genoma Humano de la Universidad de San Pablo, para entender cómo hace el organismo de algunas personas muy longevas para salir indemne de una infección de SARS-CoV-2.

Los científicos están analizando los genes de 15 personas centenarias –incluida una mujer de 114 años que también se recuperó–, para ver si contienen mutaciones que los protejan contra el coronavirus.

“No es fácil llegar a los 114 años de vida, y sobrevivir después de tener Covid-19 es más difícil todavía”, dice Zatz. “Quiero entender qué los hace sobrevivir.”

A lo largo de la pandemia se han registrado varios tipos de anomalías médicas. Hay personas que dan positivo durante meses y otras que nunca se infectan a pesar de convivir en lugares cerrados con enfermos de Covid. Estos casos inusuales suelen ser declarados “valores atípicos” e ignorados –de hecho, es cierto que a la hora de diseñar políticas de salud pública para la población en general, esos contagios deben ser minimizados–, pero los ejemplos raros de cualquier enfermedad pueden ofrecer información importante para los científicos y, lo que es más importante aún, conducir al desarrollo de nuevos medicamentos para esa y otras patologías.

La enorme y devastadora escala de la pandemia del coronavirus también abre una oportunidad única para que los investigadores avancen en el conocimiento del sistema inmunológico humano.

Un ejemplo famoso de un tratamiento que surgió a partir de alguien aparentemente inmune a una enfermedad es el de Stephen Crohn, cuya pareja se enfermó en 1978 con la enfermedad conocida más tarde como sida, y que se convirtió en un faro de esperanza para la llegada de un nuevo medicamento. La pareja de Crohn murió, al igual que muchos de sus amigos de la comunidad gay durante la propagación del VIH en la década de 1980. Pero él no se enfermó.

Y en el laboratorio, cuando los científicos intentaron infectar sus células con el virus, tampoco pudieron. Crohn tenía una mutación genética en un receptor de la superficie de sus células que impedía el ingreso del VIH. Esa rara mutación, llamada delta 32, inspiró un medicamento antiviral llamado maraviroc.

No es la única vez que una particularidad genética inspiró el desarrollo de medicación nueva. Hace casi dos décadas, los científicos descubrieron un enigmático vínculo entre las mutaciones en un gen en particular y los altísimos niveles de colesterol de algunos pacientes. Identificaron el gen mutado en un puñado de familias en las que muchos miembros tenían una afección llamada hipercolesterolemia, un factor de riesgo de enfermedad cardíaca.

Al final, los laboratorios se dieron cuenta y desarrollaron nuevos medicamentos que usan el mismo camino que ese gen y que puede reducir el colesterol incluso en personas sin la mutación. La primera droga de este tipo fue aprobada en 2015.

Los casos atípicos pueden parecer simplemente anomalías, pero en esta pandemia suele ser indicadores de algo. En febrero de 2020, justo cuando la crisis sanitaria empezaba a tomar envión, una mujer de 71 años que estaba inmunodeprimida por un tipo de cáncer que limitaba su capacidad para producir anticuerpos se infectó con el coronavirus en un asilo de ancianos de Washington. Cuando los científicos informaron que la paciente siguió dando positivo durante al menos 105 días y que fue contagiosa durante al menos 70 días, su caso parecía extraordinario. Pero desde entonces se han registrado numerosas situaciones de personas inmunodeprimidas que tienen el virus durante meses.

Según un estudio (aún no revisado por pares) del caso de otro hombre inmunodeprimido que dio positivo durante más de 300 días, hasta ser tratado con medicamentos de anticuerpos, brinda evidencia de que la rama del sistema inmunológico que produce anticuerpos es crucial en la lucha contra Covid-19.

Los científicos también han descubierto que las infecciones de larga duración que se observan en algunos pacientes con el sistema inmunitario debilitado le dan al virus la oportunidad de evolucionar, lo que probablemente contribuya al surgimiento de nuevas variantes.

También se han registrado “infecciones irruptivas”, como se conoce el caso de las personas sanas, jóvenes y completamente vacunadas que igual contraen el virus. Estos casos también son valores atípicos, aunque esperables, ya que las vacunas son excelentes, pero no efectivas al 100%. La identificación de estos individuos y el estudio de su respuesta inmunológica podría proporcionar datos invaluables sobre lo que hace posible que alguien se infecte estando inoculado.

El conocimiento sobre el sistema inmune que se obtiene de los casos atípicos de Covid-19 también puede ayudar a los científicos a desarrollar tratamientos y vacunas contra otras enfermedades. De hecho, el tema de los vacunados que igual se contagian no es un problema exclusivo del Covid-19.

Brianne Barker, profesora de virología e inmunología la Universidad Drew, Nueva Jersey, dice que algunas personas que reciben la vacuna contra la hepatitis B, por ejemplo, parecen no producir anticuerpos a partir de la inoculación. “Entender por qué el sistema inmune de esas personas no responde nos ayudaría a detectar los factores que sí facilitan la memoria inmunológica y la protección de la vacuna en otras personas”, señala Barker. Y saber qué elementos del cuerpo tienden a debilitar la respuesta inmunitaria también podría ayudar a los científicos a diseñar tratamientos para las enfermedades conocidas como autoinmunes.

El sistema inmunológico es complejo y tiene innumerables tipos de células y moléculas diferentes. “La complejidad del sistema inmunológico no debe ser subestimada”, dice Kaitlyn Sadtler, inmunóloga del Instituto Nacional de Bioingeniería e Imágenes Biomédicas de Estados Unidos. “Esa complejidad lo hace increíblemente efectivo, pero también terriblemente difícil de entender.”

Pero hay estudios que están empezando a dar algunas pistas, incluido el publicado en julio pasado que reveló anomalías genéticas en dos pares de hermanos jóvenes, de 21 a 32 años, que sufrieron casos graves de Covid-19. Se sabe que los cambios genéticos entorpecen la producción de una importante molécula del sistema inmunológico llamada interferón. Unos meses más tarde, otro estudio publicado en la revista Science identificó mutaciones genéticas que afectaban la producción de esta molécula en pacientes graves de Covid, incluidos adultos jóvenes, lo que sugiere que administrar interferón a personas con carencia de ellos podría funcionar como terapia.

Si bien es útil identificar las vulnerabilidades biológicas o genéticas que hacen que algunas personas sean más vulnerables a la furia del Covid-19, igualmente importante es detectar qué rasgos del sistema inmunológico pueden fortalecernos contra el virus.

La ciencia aprende tanto de los resultados exitosos como de los más trágicos. Cada valor atípico es como la pieza de un rompecabezas, y como en todo rompecabezas, los científicos tienen que ensamblar varias de esas piezas para hacerse una idea del cuadro general de la enfermedad.

Fuente: La Nacion

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