La semana pasada el dólar blue dio un salto. En la Casa Rosada lo adjudican a un leve aumento de la demanda y al inicio del tiempo electoral. Qué puede pasar si se desata una carrera entre precios y salarios.
Tras cinco alzas consecutivas, el dólar retrocedió hoy en el mercado paralelo, a $166 para la compra y $173 para la venta promedio, pero los intentos de sectores financieros por aumentar la presión cambiaria son seguidos de cerca por el Gobierno.
La cuestión fue uno de los temas analizados por el presidente Alberto Fernández y el ministro de Economía, Martín Guzmán, durante un encuentro mantenido este fin de semana en Olivos.
La visión de Guzmán y el Banco Central es que hay espaldas suficientes para mantener a raya a la divisa norteamericana.
Pero en el gobierno quieren seguir en detalle esta cuestión, que siempre se vuelve más sensible a medida que se acercan las elecciones.
Sectores del mercado financiero consultados por la agencia Noticias Argentinas dicen que existe una «marcada expectativa» entre quienes toman decisiones económicas de que tras las elecciones legislativas del 14 de noviembre próximo el Gobierno aplicará una «corrección cambiaria gradual».
Incluso el ex presidente del Banco Central Juan Carlos Fábrega estimó que para después de los comicios una «devaluación controlada», y hasta le puso porcentajes: habló de entre 15% y 20%.
Es que con una inflación proyectada al 45% anual, el dólar está empezando a quedar cada vez más retrasado, con un ritmo de depreciación del peso que apenas ronda el 2% mensual.
En la última semana, el dólar blue -un mercado pequeño, de unos US$ 5 millones diarios, pero influyente sobre las expectativas de los ahorristas- había trepado 10 pesos.
En el Gobierno lo adjudican a algunas presiones provocadas por el «efecto aguinaldo», que siempre empuja la demanda en junio y diciembre de cada año, pero también se suma el incipiente ruido político que se avecina.
En junio, el blue dio un brinco y se ubicó en el nivel más alto de los últimos ocho meses, ya que venía cotizando por debajo de los $166 a los que abrió el año. Incluso, durante el verano llegó a bajar a $139.
El retroceso de la cotización en el mercado paralelo iba a contramano de la inflación, que acumuló 22% en los primeros cinco meses del año.
En junio la tendencia cambió: el blue subió casi 11% mientras el costo de vida rondaría el 3%.
Desde el Gobierno destacan que el mercado paralelo es poco relevante, pero reconocen que el cepo cambiario alimenta las movidas especulativas y complica la llegada de inversiones.
Con la suba de los últimos días, la brecha cambiaria respecto del dólar oficial se volvió a ubicar por encima del 80%.
La amplitud de la brecha es inversamente proporcional a la posibilidad de llegada de inversiones extranjeras.
Desde la Casa Rosada destacan que el Banco Central logró en seis meses llevar las reservas netas (las de libre disponibilidad) de US$ 3.500 millones a US$ 8.000 millones, suficientes para aplacar cualquier intento de generar una corrida.
El problema es que en esta etapa del año el ingreso de divisas generado por la agroindustria se empieza a desacelerar.
Parte de la dificultad es que los plazos fijos, a los cuales el BCRA les aplicó una tasa mínima del 37% anual, están quedando cada vez más rezagados respecto del costo de vida.
Los ahorristas vienen apostando en los últimos meses a los plazos fijos ajustados por coeficiente UVA, para aunque sea empardarle al costo de vida, pero esas colocaciones tienen una dificultad: el mínimo de tiempo requerido para lograr equiparar a la inflación es de 90 días.
«En la Argentina nadie se arriesga a tan largo plazo», explicó un analista de mercados, haciendo notar que para los argentinos, apenas tres meses ya representan «largo plazo».
Esa lectura refleja hasta dónde llega la desconfianza en el país sobre el peso, más aún en tiempo preelectoral.
Los plazos fijos UVA se pueden colocar en formato precancelable -por si hace falta retirar los fondos en un período anterior a los tres meses-, pero si el ahorrista se los lleva antes de cumplirse los 90 días, los bancos aplican una corrección y la tasa final resulta muy inferior al costo de vida.
Precios y salarios.
En el Gobierno vienen sosteniendo la necesidad de que los salarios le ganen este año a la inflación.
Pero esa estrategia, que es redituable políticamente en año de elecciones, despierta aún más presiones sobre los precios, y a veces se convierte en una carrera temeraria.
En que ante las paritarias logradas por sindicatos de peso como bancarios, camioneros y otros, las empresas ya empezaron a calcular sus costos sobre la base de acuerdos salariales que promedian el 45%.
En distintas actividades, los salarios representan entre el 40% y el 60% de los costos.
La carrera entre precios y salarios casi siempre terminó provocando crisis en la Argentina.
Por eso, la Rosada busca mostrar que habrá recuperación salarial, pero al mismo tiempo garantizar que de ninguna manera la carrera se saldrá de control, un objetivo complejo.
Fuente: NA